Asesinos victorianos | El caso de H.H. Holmes

Todxs hemos oído hablar del célebre Jack el Destripador, conocido como el primer asesino en serie, quién aterrorizó a Londres y asesinó a varias mujeres del barrio de Withechapel en 1888. Pero no fue el único asesino conocido de la época victoriana, en Estados Unidos estaba el infame H.H. Holmes.
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Herman Webster Mudgett, más conocido como Dr. Henry Howard Holmes (cómo homenaje a Sherlock) logró estafar y arruinar a un sinfín de mujeres durante la última década del siglo XIX. Y es considerado el primer asesino en serie de los Estados Unidos.
Pero sus crímenes no acabaron ahí, pues después de engañar a la familia política de su ‘última conquista’, la joven millonaria Myrta Belknap, y estafarles una fortuna para construirse una casa, se hizo un hotel, más bien parecido a un castillo, el ‘Holmes Castle’. Un lugar donde llevó a cabo horribles asesinatos a partir de 1890, la edad de oro de los Estados Unidos.
Chicago, una de las ciudades más importantes del país, quería celebrar ‘La gran exposición y feria universal’, ya que se trataba de uno de los acontecimientos más célebres de la época y traería mucho turismo y dinero a la ciudad. H.H. Holmes abrió primero una barbería y después el hotel, en donde llevó a cabo sus horribles crímenes.
Comenzó estudiando medicina en la universidad pero cada clase le costaba entre 100 y 200 dólares, así que tenía que conseguir el dinero de alguna forma, por ejemplo, vendiendo cadáveres, ya que era una práctica común, aunque ilegal, en su universidad.
A los 18 años se había casado con una joven rica para pagar sus estudios de medicina. La joven era Clara Lovering, y después de arruinarla la abandonó por una viuda. Cuando se hizo médico dejó a la viuda, con la que vivía en una casa de huéspedes.
Se marchó de Nueva York a Chicago, en donde se hizo amante de otra viuda, que había heredado una farmacia, falsificó documentos, la contabilidad y malversó los fondos para hacerse con todo. Después la hizo desaparecer.

El castillo de los horrores
El conocido como ‘Holmes Castle’ ahora, afortunadamente, ya no existe, estaba en Chicago y lo terminó antes de la exposición y feria universal. Mudgett fue contratando y despidiendo a varias empresas para que se lo construyeran, además de no pagar por el trabajo que habían hecho. De esta forma se aseguraba de ser el único que conocía de verdad los entresijos del estrambótico lugar.
Las habitaciones tenían trampas, puertas que daban a laberintos llenos de pasillos secretos con pequeñas ventanas desde las que podía observar a sus clientes.
Pero el horror no acababa ahí. Tenía grifos de gas con los que podía asfixiar a quien quisiera sin moverse del despacho, una habitación conocida como ‘El calabozo’ con instrumentos de tortura, con un autómata que se dedicaba a hacer cosquillas en los pies de las víctimas para matarlos de risa. También había montacargas y toboganes para lanzar los cadáveres y disolverlos en bañeras de ácido sulfúrico o cal viva, o incinerarlos.
Sus clientas/víctimas tenían que ser mujeres jóvenes, guapas, ricas y tenían que estar solas, además de tener su domicilio lejos de Chicago para evitar visitas inesperadas de familia o amigos. El doctor las engañaba y las llevaba a su hotel para matarlas y hacerse con toda su herencia o con el dinero del seguro.
Cuando terminó la exposición a Holmes se le acabó el dinero, por lo que decidió incendiar la última planta del hotel para pedirle dinero a la aseguradora.

El final de H. H. Holmes
Pero la aseguradora hizo una investigación y el doctor fue descubierto, por lo que huyó a Texas y allí fue encarcelado por varias estafas, aunque después salió bajo fianza.
Necesitaba dinero por lo que, con su cómplice, el señor Pitezel, decidió hacer una estafa a un seguro. Este último se haría un seguro de vida y después se presentaría un cadáver desfigurado como si fuera él. Se repartirían el dinero del seguro y el señor Pitezel viajaría a Sudamérica. Pero Holmes asesinó a Pitezel y se quedó con todo el dinero, después se encargó de su familia.
Debido a la denuncia de un antiguo compañero de celda, la aseguradora contrató a un detective de la Agencia Nacional de detectives Pinkerton, Frank Geyer, quien descubrió a Holmes, que acabó confesando la estafa y los asesinatos.
Después de su detención, la policía entró en el hotel para registrarlo y encontraron los horrores que el doctor había hecho.
Holmes fue condenado a muerte y ahorcado con treinta y seis años, el 7 de mayo de 1896.
En el juicio el doctor confesó haber matado a veintisiete personas, aunque algunas de las que nombró todavía seguían vivas. No se sabe con certeza la cantidad de víctimas del infame doctor Holmes, pero se calcula que fueron más de doscientas.
La novela ‘El diablo en la ciudad blanca’, en la que aparece la figura de Holmes, será llevada a la televisión.
¿Conocías la historia del doctor Holmes? Yo la conocí por la novela ‘El alienista’ de Caleb Carr, en donde le nombran.
¡Muchas gracias por leerme!
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