Artista y musa: Elizabeth Siddall

Publicado por Aran en

Seguro que sabéis quién es Elizabeth Siddall, aunque tan sólo hayáis visto su imagen en innumerables retratos de la época prerrafaelita, como en obras de Rossetti o en el famoso «Ophelia» de John Everett Millais.
Además de musa y modelo de artistas prerrafaelitas, Elizabeth Siddall también fue pintora y poetisa. Una mujer con gran talento que tuvo un trágico final.

Autoretrato de Elizabeth Siddall

Elizabeth Eleanor Siddall, conocida cariñosamente como Lizzie por su familia, nació el 25 de julio de 1829 en Londres. Sus padres eran Charles Siddall y  Eleanor Evans y tenía cinco hermanos pequeños: Lydia, María, Clara, James y Henry. Fueron sus padres quienes la enseñaron a leer y ella descubrió su pasión por la poesía gracias a los poemas de Alfred Lord Tennyson. Los que escribía Lizzie eran oscuros y trataban temas como el amor perdido o la imposibilidad del verdadero amor.

A los veinte años de edad Lizzie trabajaba en sombrerería de Londres, en Leicester Square cuando fue descubierta por el pintor Walter H. Deverell y empezó a trabajar de modelo para él. Apareció como Viola en el cuadro del pintor «Twelfth Night» y eso hizo que conociera a los pintores de la hermandad prerrafaelita, una asosiación de pintores, poetas y críticos ingleses que querían perpetuar el estilo de los pintores italianos y flamencos anteriores a Rafael, de ahí su nombre. Regresaron a la pintura colorida y luminosa, buscando el detalle y la perfección tanto en pinturas como el esculturas.

Lizzie llamó la atención de estos pintores debido a su cabello cobrizo, su esbelta figura, su palidez, sus ojos de color verde-azulado, su cuello largo y sus facciones de belleza clásica. En los comienzos de su carrera como modelo, Elizabeth continuó trabajando en la sombrería de la señora Tozer´s a media jornada, lo que le permitía tener un salario fijo si su carrera en el mundo del arte no funcionaba.

En 1852 John Everett Millais la contrató para que fuera su Ophelia en la escena de su ahogamiento. Para dar mayor realismo a la pintura, Elizabeth permaneció sumergida en una bañera de agua templada que acabó por enfriarse. Ella no dijo nada y Millais no se dio cuenta, eso hizo que enfermara de neumonía. Su salud era frágil y algunos estudiosos sugieren que podía ser anórexica o adicta al láudano o puede que a un tónico de moda durante el siglo XIX, que servía para mejorar la piel y el ánimo, y que se componía de arsénico diluido, conocido como «solución de Fowler».

Ophelia de John Everett Millais

Empezó a estudiar con Rossetti y en 1855 el crítico de arte John Ruskin empezó a subsidar su arte y pagó 150 libras por año por todas la pinturas realizadas por ella. Dibujaba muchos bocetos y acualeras pero solo produjo una pintura al óleo. Sus temas tenían mucho que ver con la hermandad prerrafalita: leyendas artúricas y temas medievales, además de autorretratos que mostraban más su verdadero ser que los idealizados como los de Millais o Rossetti.

Elizabeth acabó contrayendo matrimonio con el pintor Dante Gabriel Rossetti, que la utilizó como modelo para muchas de sus obras, excluyendo a casi todas las otras modelos. La joven sufría mucho debido a su salud y a las constantes infidelidades de su esposo, pero lo peor llegó el día que dió a luz a su hija muerta. Eso provocó que se sumiera en una depresión que hizo que a los treinta y dos años, el 2 de mayo de 1862, se suicidara ingiriendo una sobredosis de láudano mientras Rossetti estaba con una de sus amantes, Fanny Conforth, bautizada cariñosamente por él pintor como «Mi querido elefante».

El día de su entierro en el cementerio Highgate de Londres, Rossetti colocó en el cadáver unos manuscritos con poemas escritos por él. Años más tarde, debido a su adicción a las drogas y al alcohol, y a que estaba convencido de que se estaba quedando ciego, empezó a escribir poesía, por lo que decidió que quería publicar varios poemas. Una noche en una taberna, después de ser enborrachado por sus amigos firmó la autorización para desenterrar el cadáver de su esposa para recuperarlos. Fue su agente, Charles Augusth Howell quién se encargó de recuperar los poemas durante la noche, para no atraer al público curioso. Según cuentan, el cadáver se encontraba en perfecto estado de conservación, como si no hubiera pasado el tiempo, con su lánguida belleza y su cabello pelirrojo intactos, probablemente gracias al láudano. En cuanto lo tocaron el cadáver se deshizo. Los manuscritos también estaban en perfecto estado.

Al final Rossetti no quiso saber nada de esos poemas y fueron sus amigos los encargados de publicarlos bajo el nombre de The House of Life (La casa de la vida).

Un año más tarde Rossetti utlizó a su fallecida esposa como musa para uno de sus cuadros más famosos, «Beata Beatrix», de 1863, en los que la artista aparece retratada como el amor de Dante Alighieri, Beatrix.

Beata Beatrix de Dante Gabriel Rossetti

 

Uno de los poemas de Elizabeth:

El paso del amor
Oh Dios! Perdona que haya hundido mi vida
En un oscuro Sueño de Amor.
¿Las lágrimas de la angustia alguna vez
Lavarán la pasión de mi sangre?
 
El Amor custodia mi corazón
En un canto de alegría,
Mi pulso tiembla con su melodía;
Mientras las frías ráfagas del invierno soplan
Sobre mi, como una dulce brisa de junio.
El Amor flota sobre las brumas del amanecer,
Y descansa en los rayos del crepúsculo;
Él calmó el trueno de la tormenta
E iluminó todos mis sentidos.
El Amor me sostiene a través del día,
Y en sueños me acompaña por las noches,
Ningún mal puede acechar mi vida,
Pues mi espíritu es ligero como las flores.
Oh Cielo! Piedad por mi corazón inocente,
El paso del tiempo quebró ese placer diario,
El ídolo fue arrastrado por la corriente,
Destrozando para siempre mi santuario.

 

The ladies lament de Elizabeth Siddall

Elizabeth Siddall fue algo más que modelo, musa y esposa. Fue una artista que luchó por hacerse un hueco en el díficil mundo del arte. Debemos recordar su obra tanto como el rostro que pintaron los artistas con los que se relacionó.

¿Conocias las historia de Elizabeth Siddall? ¿Te gusta la pintura prerrafaelita?

¡Muchas gracias por leerme!


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