Alrededor de la hoguera | Cuentos breves #35
Nuevo cuento breve para el mes de febrero ¿A quién más se le hizo eterno enero? En este caso se trata de una pequeña historia sobre una excursión y los cuentos que se cuentan alrededor la hoguera, en la noche, cuando el bosque duerme…
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Alrededor de la hoguera
Todos se reunieron alrededor del fuego, sentían el calor de la hoguera a pesar del frío que hacía en el bosque. Era una noche cualquiera de febrero.
Llevaban todo el día de excursión y estaban exhaustos, aunque eso no les impidió hacer bromas y tostar algunos malvaviscos después de la cena.
A uno de los mayores se le ocurrió que era un buen momento para contar historias de miedo, los más pequeños rieron nerviosos, pero era una tradición el contar historias alrededor de la hoguera, asustar a los demás con cuentos y leyendas de antaño. Era el momento perfecto, con todas esas sombras proyectadas por el fuego y el sonido del bosque a su alrededor.
Uno de ellos contó que en aquel bosque había una bruja que le gustaba comer niños para cenar, y uno de los monitores les asustó usando una rama caída de un árbol. Después rieron.
Otro contó la típica historia de un loco que se ha escapado del manicomio, que había salido en las noticias y que había que tener cuidado con él por que era muy peligroso.
Volvieron a hacer extraños ruidos para asustar a los mas pequeños.
—Yo tengo una historia mejor. Y ésta es real—dijo el chico que había tenido la idea.
Los demás se acercaron, dispuestos a escuchar, curiosos a pesar del miedo.
El monitor se preparó.
—Ocurrió hace mucho tiempo, la gente del pueblo aún lo recuerda pero teme hablar de ello…Todo comenzó en una casita cerca de aquí, allí vivía un hombre solitario, un ermitaño. Salía a cazar por el bosque, pequeños animales que cocinaba al calor de una hoguera muy parecida a esta. Vivía como hace siglos, sin agua ni electricidad, tan solo él y su hacha.
Hizo un aspaviento y los chicos dieron un respingo. Después rieron.
—Su querida hacha, una herramienta que usaba tanto para cortar madera, trocear animales grandes y…
Una sombra de un hombre con un hacha se cernió sobre ellos y dieron un grito. Era otro de los monitores, un chaval grande al que le gustaba gastar bromas. Llevaba el hacha que habían utilizado para cortar la madera de la hoguera.
—Tendríais que haberos visto la cara—rió el chaval.
Los demás también rieron, dando gracias de que no hubiera sido el ermitaño.
—Una noche oscura y tormentosa, una pareja que se había quedado sin gasolina vio luz en el bosque, en la cabaña del ermitaño, por lo que fueron a pedirle ayuda. Cometieron el mayor error de su vida puesto que aquella pequeña ‘excursión’ nocturna acabó con su vida. Todavía se escuchan los gritos de sus víctimas. Si esta noche oís un grito, vendrá de la cabaña, en la que todavía está el ermitaño psicópata.
—¿Por qué lo hizo?—preguntó uno de los monitores.
—Nadie lo sabe. Quizá estaba loco, quizá pensó que le querían robar…
—Quizá fue un sacrificio para el rey del bosque.
Los demás rieron.
—No me lo creo—dijo uno de los niños—tendría que estar en la cárcel, o muerto. Si tus sabes esa historia, la policía también debería haberla escuchado.
—Es un cuento, idiota—respondió otro de los niños.
—No es ningún cuento. No saben donde está el ermitaño ni que fue de él, este suceso ocurrió hace décadas.
Esa respuesta no calmó a algunos de los niños, que miraban a la oscuridad del bosque, asustados y temerosos de encontrarse con aquel peligroso hombre.
—Seguramente esté muerto—respondió otro de los monitores.
—O será muy viejo—dijo uno de los niños.
Eso les calmó los nervios.
—Nada de eso—respondió una voz masculina y profunda.
Todos miraron hacia el lugar de donde provenía el sonido, creyendo que se trataba de otra broma, pero vieron como un hombre barbudo con un hacha ensangrentada daba un paso al frente, su rostro maligno se iluminó con la luz de la hoguera.
—Es todo cierto—dijo sonriendo—y todavía no he terminado.
Los chicos gritaron.
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